miércoles, 25 de junio de 2014

MUDANZA (Fragmento inédito de Saberse Olvidado)




Tengo que darle la vuelta al casete. Tengo que ir hasta el otro lado del dormitorio. Lo mejor será cambiar de cinta porque ésta está un poco gastada ya. Busco en la caja donde tengo los recopilatorios grabados durante todos estos años. Llevamos tantas horas perdidas escuchando la radio para ir encontrando todas esas músicas e ir atrapándolas en esas decenas de casetes. Cuántas tardes hemos pasado juntos encerrados en mi cuarto con la escusa de escuchar música. Podíamos repetir un día tras otro sin que mis padres pudieran decir nada. Y lo mejor eran las épocas de exámenes en que se quedaba en casa a estudiar toda la noche. Compartíamos escritorio, horas de insomnio y otras tantas durmiendo en la misma cama.

En el salón está mi padre terminando de empaquetar los últimos bultos. Yo debería haber hecho lo mismo con los mil recuerdos encerrados en mi dormitorio pero no habría suficientes cajas para meter tantos.
- Milio ¿te queda mucho?
- No mamá.
- Pues date prisa que tienes que ayudar a tu padre a bajar las cajas.
- Vale.
No deseo terminar nunca, ni tener que abandonar estas cuatro paredes.

Tengo que decidir qué me llevo y qué tiro. En el piso no puede quedar nada. Mi padre ya lo ha alquilado y lo ocupan dentro de unos quince días. Por mí lo metería todo pero sé que esto no me haría ningún bien. Cartas, entradas de cine, libros que leímos juntos. Recuerdos de días que ya no volverán.  Romper es desconectar por completo con todo. Debo dejar atrás todo lo que no quiera que me acompañe en mi nueva vida y Ale ya no lo hará más. Será duro tener que hacer borrón y cuenta nueva y obviar que todos estos años sucedieron. Nunca podré olvidar tantos momentos de felicidad, pero debo empezar a hacerlo y el primer paso es meter todo en una bolsa y tirarlo en el contenedor.
Ya tengo una bolsa negra de basura llena de retazos de un amor. Lo último que he encontrado han sido las fotos de la acampada en el lago. Del día que nos dimos nuestro primer beso, del que nos declaramos nuestros sentimientos. En todas salíamos agarrados por los hombros cómplices del secreto que guardábamos. Nuestros compañeros completan la escena ignorantes de qué significaban nuestras sonrisas.   Hay en especial una en la que salimos los dos solos. Que guapo es Ale. Lo amo. Va a ser duro resignarse a no volverlo a ver. Ésta no puedo tirarla, me la quedaré y éste será el único recuerdo que me lleve de los dos.

He terminado de ayudar a mi padre a bajar todas las maletas. Solo queda dejarlo todo ordenado para cuando venga mañana el camión de la mudanza se lo termine de llevar todo. Creo que he visto a Ale en el parque de enfrente de mi bloque. Estaba sentado en un banco vigilando todos nuestros movimientos. Intentaba esconderse tras unos matorrales pero él es inconfundible. Me voy a asomar por la ventana de mi cuarto con cuidado que no me  vea.
Tiene hundida la cara entre sus brazos, la levanta y se puede ver como llora desconsolado. Me rompe el corazón. No puedo ver así a la persona que tanto amo. Por mi saldría corriendo, lo abrazaría y lo consolaría. Me es imposible. Tengo que controlarme. Yo intento ser fuerte pero mis lágrimas no. Inundan ya mis parpados y las intento retener hasta que se desbordan y se precipitan por mis mejillas.

“Ale te amo y te deseo”, me gustaría gritarle desde la ventana. Los golpes con los nudillos de mi madre en la puerta hacen volver mi mente a mi marcha y los aleja de deseos que no me llevarán a nada.

Ultima vez que salgo de este portal, al que nunca más volveré. No lo veo. Ya no está en el mismo banco. ¿Se habrá ido? Intento buscarlo pero sin llamar mucho la atención. No quiero que se de cuenta como lo busco con ansiedad para poder verlo. Agacho la cabeza cabizbajo. Mi intento de buscarlo ha sido en vano. Lo último que recordaré de Ale será lo que vi desde mi ventana, como lloraba desconsolado al ver que nuestra separación ya no tenía vuelta atrás.


Fragmento inédito de "Saberse olvidado"
(c) Sebastián García Hidalgo

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